UNA DERROTA QUE DUELE
Brasil sigue siendo el dueño de América. Superó a la Argentina por 3-0 con goles de Julio Baptista, Ayala (en contra) y Daniel Aves. El seleccionado carioca repitió su la victoria que había obtenido en Perú 2004, cuando venció por penales al equipo que por entonces dirigía Marcelo Bielsa.
Las presunciones indicaban que Argentina tenía la gran oportunidad de imponerse con claridad a su histórico rival y de lograr un título después de 14 años. Sin embargo, Brasil fue claramente superior. Anulando a Riquelme y Messi con marcas pegajosas y molestas, cortando el juego en forma permanente para evitar que el equipo de Basile impusiera su ritmo frenético de tres cuartos de cancha en adelante, y aprovechando de manera contundente las oportunidades que tuvo, goleó y demostró una superioridad tan inesperada como inobjetable. El enorme despliegue de Mineiro y Josué (muy por encima del nivel que habían demostrado en los partidos previos), la seguridad del casi siempre inseguro Juan, la notable capacidad de su arquero Doni y la velocidad de sus delanteros marcaron diferencias abrumadoras entre dos selecciones que se encuentran en un proceso de formación, de cara a las próximas eliminatorias mundialistas.
La fragilidad defensiva de la Argentina fue alarmante. Para colmo, Brasil optó por atacar en forma permanente por las puntas, por lo que Mascherano (el mejor jugador de la Copa América hasta ayer) quedó casi siempre a mitad de camino, obligando a Cambiasso a marcar permanentemente, algo para lo que no tiene el suficiente despliegue. Con Verón sin poder proyectarse, con Tévez sin poder pisar nunca el área y con los laterales sin lograr proyectarse con continuidad, nuestra selección cayó en la trampa que propuso Dunga, director técnico de Brasil, y no supo salir de ella con otro plan de juego.
El aplauso de siempre es para el conjunto carioca. Sin deseperarse, y con el sacrificio defensivo como estandarte, ganó la Copa América con un “equipo B”.
Para los dirigidos por el “Coco” queda la seguridad de que se puede aspirar a lograr cosas grandes. Hay una propuesta de juego que se adapta a las características de los jugadores que integran el plantel. Resta pulir algunos detalles, que el trabajo continuo podrá solucionar. Pero se puede ser optimista. Porque, esta vez, hay recambio. Basta ver al Sub-20 llegando otra vez a instancias definitorias en el mundial de la categoría, y el banco de suplentes de lujo que había en Venezuela.
Eso si: este blog hace autocrítica y reconoce la falla de su pronóstico. Habrán sido las ganas de querer gritar por algo. Al menos fue Brasil el que ahogó ese festejo. Era, por lo menos, previsible.
TANOPERIODISTA
Brasil sigue siendo el dueño de América. Superó a la Argentina por 3-0 con goles de Julio Baptista, Ayala (en contra) y Daniel Aves. El seleccionado carioca repitió su la victoria que había obtenido en Perú 2004, cuando venció por penales al equipo que por entonces dirigía Marcelo Bielsa.
Las presunciones indicaban que Argentina tenía la gran oportunidad de imponerse con claridad a su histórico rival y de lograr un título después de 14 años. Sin embargo, Brasil fue claramente superior. Anulando a Riquelme y Messi con marcas pegajosas y molestas, cortando el juego en forma permanente para evitar que el equipo de Basile impusiera su ritmo frenético de tres cuartos de cancha en adelante, y aprovechando de manera contundente las oportunidades que tuvo, goleó y demostró una superioridad tan inesperada como inobjetable. El enorme despliegue de Mineiro y Josué (muy por encima del nivel que habían demostrado en los partidos previos), la seguridad del casi siempre inseguro Juan, la notable capacidad de su arquero Doni y la velocidad de sus delanteros marcaron diferencias abrumadoras entre dos selecciones que se encuentran en un proceso de formación, de cara a las próximas eliminatorias mundialistas.
La fragilidad defensiva de la Argentina fue alarmante. Para colmo, Brasil optó por atacar en forma permanente por las puntas, por lo que Mascherano (el mejor jugador de la Copa América hasta ayer) quedó casi siempre a mitad de camino, obligando a Cambiasso a marcar permanentemente, algo para lo que no tiene el suficiente despliegue. Con Verón sin poder proyectarse, con Tévez sin poder pisar nunca el área y con los laterales sin lograr proyectarse con continuidad, nuestra selección cayó en la trampa que propuso Dunga, director técnico de Brasil, y no supo salir de ella con otro plan de juego.
El aplauso de siempre es para el conjunto carioca. Sin deseperarse, y con el sacrificio defensivo como estandarte, ganó la Copa América con un “equipo B”.
Para los dirigidos por el “Coco” queda la seguridad de que se puede aspirar a lograr cosas grandes. Hay una propuesta de juego que se adapta a las características de los jugadores que integran el plantel. Resta pulir algunos detalles, que el trabajo continuo podrá solucionar. Pero se puede ser optimista. Porque, esta vez, hay recambio. Basta ver al Sub-20 llegando otra vez a instancias definitorias en el mundial de la categoría, y el banco de suplentes de lujo que había en Venezuela.
Eso si: este blog hace autocrítica y reconoce la falla de su pronóstico. Habrán sido las ganas de querer gritar por algo. Al menos fue Brasil el que ahogó ese festejo. Era, por lo menos, previsible.
TANOPERIODISTA
FOTO: YAHOO DEPORTES (AP)
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