Monday, May 24, 2010

Saludo a la Patria

Este es un breve y particular saludo a la tierra en la que nací. Aquí también moriré, por eso la sueño grande y respetable en el mundo entero. Feliz cumpleaños, Argentina.

Tanoperiodista

Homenaje a la Patria

La Revolución de Mayo de 1810 es la fecha Patria más antigua del Calendario Escolar argentino. Representa el momento exacto del fin del dominio colonial español sobre el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, tal como se denominaba a nuestro actual territorio por esos tiempos. Aún sigue la discusión entre eruditos, intelectuales y asiduos concurrentes a los bares, entre otros opinólogos, sobre si este hecho magnífico de la Historia argentina puede considerarse una Revolución, o no. Para salir de esta duda rápidamente diré que, desde el punto de vista del cambio necesario que exige un acontecimiento para ser designado como una revolución, lo fue. Sencillamente porque, por primera vez, los criollos, es decir, los nacidos en estas tierras, tomaban el control del gobierno. No importa en nombre de quien, ni con que objetivos inmediatos. Asumieron la responsabilidad de administrar y gobernar el territorio al que estaban unidos por un lazo sanguíneo innegable, y se comprometieron con los intereses y necesidades de la realidad de su tiempo para iniciar la construcción de una Nación y proyectar la formación de un Estado que guíe su destino. Nunca está de más mencionarlos, porque pusieron los intereses colectivos por encima de los propios, pudiendo haberse quedado en la comodidad que les otorgaba su condición de hombres ilustrados, profesionales o políticos conocedores del mundo, al servicio del gobernante foráneo que no representaba ni defendía los intereses de una sociedad en la que crecía un sentimiento patriótico incontrolable. Entonces, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Juan José Paso, Cornelio Saavedra, y el resto de los hombres que lograron materializar uno de los hechos fundamentales de nuestra historia, iniciaron un camino por el que, aún hoy, estamos transitando: el de la búsqueda de nuestra identidad nacional, y el que nos lleve a convertirnos, de una vez por todas, en una Nación responsable y soberana, libre e independiente, capaz de generar sus propios recursos y sin necesidad de corromperse ante la simple tentación de la engañosa opulencia del Capital extranjero. Por todo ello lucharon los patriotas de Mayo, con férrea voluntad y sólidas convicciones. Por ello dieron todo, incluso muriendo, algunos de ellos, en la pobreza y el olvido.
Hoy estamos reunidos aquí, 200 años después. Y mientras interpreto este ocasional momento de protagonismo ante todos ustedes , me pregunto: ¿Aprendimos algo de los creadores de nuestra Patria? Tristemente lo hago. Porque responder a esa pregunta, es hacernos un cuestionamiento a nuestro comportamiento como ciudadanos. Decir que no es traicionar el destino glorioso que pensaron San Martín, Belgrano O Martín Miguel de Güemes para nuestra tierra. Y lamentablemente, tengo que decir que no, que no aprendimos nada de ellos. Porque elegimos criticar la realidad y cuestionar lo que hacen mal nuestros gobernantes sin comprometernos a cambiarla y contra la que reaccionamos cotidianamente. Porque elegimos sentarnos a esperar que las cosas las solucionen otros participando (y protestando por tener que hacerlo) sólo cuando hay que votar renovaciones de autoridades de gobierno, cómo si fuera suficiente y heroico acercarse a poner un voto poco comprometido en una urna. Porque cuestionamientos la corrupción de los gobernantes como si fueran el resultado de un experimento en el que no intervenimos, cuando, en realidad, reflejan el modelo de sociedad al que pertenecemos, y surgen del propio seno de ella. Porque confundimos en la crítica despiadada al país, territorio maravilloso e inagotable, con los gobernantes de turno. El país no nos hace daño; todo lo contrario, nos da todo durante cada minuto de nuestra existencia. En esta tierra, queridos alumnos, ustedes nacieron, están creciendo, se enamorarán, darán a luz a sus hijos, verán crecer a sus nietos y, en esta tierra, dejarán de existir. Me duele cuando se habla mal de él, cuando se quiere hablar mal de los dirigentes de turno.
Probablemente estén pensando que para el profesor Sperduti todo esté mal. Pero no es así. Yo sigo confiando en los argentinos y en su enorme e inconsciente capacidad de superar las adversidades. Sé que el talento y la inventiva que desarrollan miles de compatriotas en todo el mundo un día explotará y se manifestará masivo y arrollador dentro de nuestros límites para fundar, de una vez y para siempre, la gran nación argentina que debemos ser. No podemos decir todo el tiempo, gobierne quien gobierne, que las cosas están mal, y seguir aceptándolo pasivamente; alguna vez nuestro orgullo tiene que sobreponerse a esa actitud para empezar a tomar decisiones que nos involucren con los problemas cotidianos de todos. Sé que algún día sucederá, porque seremos capaces todos de transformar nuestros sueños en objetivos, porque nuestra actitud será protagónica, porque entenderemos que la única forma de crear una Nación con identidad es llegando a ser lo máximo que podamos ser, cuando logremos responsabilizarnos de nuestros actos, cuando asumamos nuestros errores y limitaciones y dejemos de querer aparentar lo que no somos, aceptando lo que somos y apuntando a ser mejores cada día. Palabras muy difundidas en ese orden y fáciles de expresar, pero las más difíciles de llevar a la práctica. Mi esperanza es que llegará el día en el que decidiremos ser protagonistas de nuestra realidad, y que seremos capaces de comprometernos con ella. Es la única manera de lograr el cambio que nos transforme en el gran país que merecemos ser.
Mientras tanto, festejemos fervientemente estos 200 años. Aunque no les parezca, esta fiesta es más importante que un título mundial de fútbol, y que cualquier alegría que nos puede dar el club de nuestros amores. Es el cumpleaños de la Patria. Saludemos a nuestra tierra y hagámosla grande por fin y para siempre. Muchas Gracias.

Pablo Sperduti

Este discurso fue leído por su autor en tres escuelas secundarias de la Provincia de Buenos Aires, con motivo de la conmemoración de los 200 años de la Revolución de mayo.
La foto corresponde a los multitudinarios festejos de los 200 años, realizados en la Avenida de 9 de Julio.