Saturday, July 07, 2007

9 DE JULIO DE 1816


¡FELIZ DÍA, PATRIA MÍA!


Elegimos el discurso que el Profesor de Historia Pablo Sperduti leyó a sus alumnos en los actos que se realizaron en los Institutos secundarios LEA y San Vicente de Paul, de la localidad de Escobar, para homenajear a nuestra tierra en su 191º aniversario de vida.


9 de julio de 1816

El 9 de julio de 1816 se declaró la Independencia nacional. Todavía la denominación de nuestro territorio no era la actual. Se llamaba “Provincias Unidas del Río de la Plata” y tenía una mayor extensión que en nuestros días. El hecho histórico más extraordinario de la historia de los argentinos tuvo como escenario a una ya antigua casa de la provincia de Tucumán, el espacio en el que 4 años antes se habían iniciado las campañas del ejército de liberación de América.
No puedo ser tan presuntuoso como para suponer que todos ustedes, queridos alumnos, entienden el significado que tiene este acontecimiento que hoy evocamos. No por que los detalles históricos sean demasiado complicados, sino porque la realidad los encuentra demasiado alejados de esa gesta gloriosa. La alocada marcha de los tiempos que corren no nos permiten detenernos para mirar en el pasado con la intención de encontrar ejemplos que nos puedan servir como modelos para imitar. Pero, quizás, esto no se produzca porque simplemente no tenemos tiempo, sino porque está pasado de moda y es aburrido. Estoy convencido de que para la mayoría de ustedes, esto es así. Eso si: yo les voy a contar que es lo que esta poco entretenida historia nos dejó.
Nos dejó como legado un territorio independiente en el que ustedes nacieron para vivir en libertad y para desarrollar sus historias personales. Es el mismo espacio en el que finalizarán sus días. Sean concientes que en esta tierra darán el último suspiro de sus existencias y dejarán también una herencia que, abundante o escasa, será construida por ustedes.
Nos dejó la oportunidad de ser parte de una familia, sustento fundamental de la identidad que tenemos y apoyo inapreciable para elaborar nuestros proyectos.
Nos dejó la oportunidad de tener amigos, divertirnos, estudiar y proyectar nuestro futuro. De manifestar nuestras inquietudes para ser útiles, para desarrollar nuestra iniciativa, motor insustuible que nos empuja ineludiblemente al éxito, para que nuestra energía esté orientada a ser cada vez mejores, y para que aprendamos que aprender es una bendición, porque nos permite crecer y madurar como personas de bien.
No tengan dudas de que estas verdades fueron algunos de los deseos de los hombres que lucharon para que nuestra tierra sea libre y busque su destino. Y estemos convencidos de esto. Porque el irrepetible gesto de pensar en la libertad de todos los hace trascender más allá de ellos mismos, y los hace llegar hasta nuestros días como héroes de la vida real. Ellos, San Martín, Belgrano, Güemes, tuvieron el simple gesto de pensar en los demás y priorizar el destino de las futuras generaciones, renunciando a comodidades y privilegios que hubieran podido disfrutar por su enorme capacidad e indiscutible influencia política y social.
Ustedes nacieron en libertad. No saben, gracias a Dios, lo que es vivir bajo un régimen dictatorial, repetido hasta el hartazgo en la historia argentina. No son concientes de los daños que esos períodos nefastos hicieron a las conciencias de los que hoy somos adultos. Y tampoco pretendo que lo sean. Lo que quiero es que cuiden la libertad de la que gozan, que sepan que los excesos sólo conducen a poner en riesgo ese estado en el que hoy viven, y que aprovechen las oportunidades que un país libre les puede ofrecer más allá de las crisis pasajeras por las que atraviesa. Porque este es el legado más importante que nos dejaron los próceres de nuestra independencia.

PABLO SPERDUTI

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