OTRA VEZ LA LIBERTADORES
Parece que la presta. Da la sensación de que por un tiempo decide no ganarla para que algún otro se de el gusto. Es como si Boca determinara el destino de la Copa Libertadores de América. Me parece verlo en la cima del continente, dominante, viendo a todos los equipos americanos mirando hacia arriba, buscándolo, admirándolo, y envidiando su condición de indiscutible (y repetido) campeón. Los imagino pidiéndole permiso para tener el Trofeo más codiciado de América por un año, aunque sea. ¡Salud, Boca! Realidad orgullosa del fútbol argentino.
Hay que reconocer la suerte que tuvo el conjunto "xeneize", al contar con un jugador más dentro de la cancha. ¿Jugaba con doce? No. Estaba Juan Román Riquelme. El excepcional estratega argentino en la madurez de su carrera futbolística. En el momento de mayor relevancia de su trayectoria, volvió a regar de fútbol a las canchas del continente americano. Fue el goleador del equipo, el conductor, el estratega y ¡el sacrificado medicampista ofensivo que, vaya innovación, marca y recupera pelotas! Su pegada, magnífica, logró dimensión eterna en el irrepetible primer gol de la final en Brasil. Sólo necesitó algunos centímetros para disparar un seco remate cruzado que hizo viajar al balón por el aire sin efecto. Fue tan perfecta esa expresión artística, que si las cámaras enfocaran a la pelota de cerca mientras se dirige hacia el arco, se podría leer su marca y hasta contar la cantidad de gajos que la componen. Soberbio, letal y bello. Liquidó las escasas esperanzas de los hinchas locales, cuyo silencio pareció homenajear a esa escena, más que lamentar la derrota de su Gremio querido.
Después, manejó el partido como quiso. Convirtió el segundo gol tras manejar con gran lucidez y decisión toda la jugada y retuvo su querido juguete redondo todo el tiempo que necesitaban sus compañeros para buscar achicar los espacios que achicaran el horizonte de su aturdido rival, magnífica y genuina representación de la impotencia.
Son grandes de verdad. Martín Palermo y Hugo Ibarra, los otros dos históricos de este plantel, siguen siendo indiscutidos entre los once titulares. No paran de ganar, manteniendo el nivel de siempre cuando las situaciones complicadas lo requieren. Están más allá de las estadíasticas, porque nunca dejaron de ser decisivos para el equipo.
Se puede hacer mención al Director Técnico campeón. Miguel Angel Russo entró a la selecta galería de los campeones del equipo de la Ribera obteniendo el título más amado por los hinchas. Ya está en la historia "auriazul", siguiendo la racha de técnicos ganadores que arrancó con Bianchi y siguió con Basile, en una década repleta de trofeos ganados, de incontenible superioridad sobre todos sus rivales, a nivel local e internacional.
AL BOCA DE "MIGUELITO" SALUD. TE SALUDA LA HISTORIA DE NUESTRO FÚTBOL, RENDIDO A TUS PIES. Y AGRADECIDO.
TANOPERIODISTA
Fotos: Clarín.com
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