Tuesday, December 05, 2006

VIVA EL DEPORTE

COPA DAVIS

UN ORGULLO QUE SEAN ARGENTINOS

El tenis argentino estuvo más cerca que nunca de obtener la ansiada Copa Davis. La derrota por 3-2 frente a Rusia deja a los integrantes del equipo nacional y a su entrenador con una gran tristeza, pero con la frente bien alta. Todos los especialistas pronosticaban una fácil victoria de los locales, representados por uno de los equipos más fuertes de su historia, encabezado por el genial Marat Safin (al que sólo las lesiones lo alejan de los primeros lugares del ranking mundial y el único que tiene el potencial necesario para discutirle a Roger Federer la supremacía en el tenis actual) y secundado por Nicolay Davydenko, N°3 del mundo. Con un gran doblista como Dimitri Tursunov (un sacador terrible y gran jugador de Copa Davis) y un suplente de lujo: Mikhail Youzny, semifinalista en el último U.S. Open. Según los comentarios previos, no había forma de ganarles, y menos en Rusia. Por todo eso, lo más lógico era que la serie quedara definida el sábado, luego del dobles. Pero el alto contenido emotivo que tiene la Copa Davis, capaz de definir situaciones impensadas y complejas, nos permitió asistir a un fin de semana único para la historia grande del tenis argentino.
Haber perdido en el quinto punto, en un cuarto set y luego de un tie break que cerró un set extraordinario, jugando frente a Marat Safin en Rusia, debe permitirle a José Acasuso saber que estuvo a la altura de las circunstancias, más allá de la decepción lógica y el llanto inmediato luego del final. Además, nos hace ver el futuro con un gran optimismo, que nos lleva a pensar que, muy pronto, la "ensaladera de plata" se mudará para la Argentina. Por otro lado, confirma que esta generación de tenistas es la mejor, en conjunto, de nuestra historia.
Lógicamente, hay que analizar lo que sucedió en estos tres días de competencia. El viernes, el equipo argentino finalizó con el ánimo bien arriba, luego de la soberbia atuación de David Nalbandian frente a Marat Safin, al que superó en sets corridos. El primer punto se había definido con el triunfo de Davidenko ante Juan Ignacio Chela en cuatro sets. El 1-1 de ese día era algo que se podía esperar, considerando que, en la actualidad de ambos equipos, los vencedores son los jugadores de mejor ranking.
El humor de los argentinos cambió radicalmente luego de la paliza que el doble de Rusia le dio a la dupla formada por Agustín Calleri y David Nalbandian. El hombre de Unquillo jugó el peor partido que se le recuerde en la Copa Davis, lo que constituye una de las notas más salientes de esta serie final, pese a que nada se le puede reprochar a quien, a esta altura de los acontecimiantos, es el mejor jugador de Copa Davis de la historia del tenis argentino desde Guillermo Vilas. Ya no puede haber dudas de esto, porque ya es el líder del equipo, más allá de quienes sean sus acompañantes en el plantel. Se entiende a la perfección con el capitán, Alberto Mancini, y ambos coinciden en que hay que dejar todo en la cancha para lograr el objetivo planteado: traer la Copa Davis a nuestro país de una buena vez.
El mismo Nalbandian se encargó de ratificar sus enormes condiciones para jugar en ámbitos desfavorables, y derrotó claramente al N°1 de Rusia en cuatro sets, demostrando que existen pocos jugadores en el mundo con su calidad y su carácter. Se habría una gran ilusión. Se llegaba a la definición en el quinto punto. La historia grande de este deporte tendría una página emocionante para escribir. Porque el partido entre Safin y Acasuso fue palo y palo. Con un cuarto set memorable, donde el ruso tuvo un porcentaje de primero servicios del 71%. Escalofriante. Donde el argentino demostró porque se ganó, indiscutiblemente, un lugar en el equipo y, de paso, respondió con un juego absolutamente adecuado a la circunstancia que enfrentaba, a la que enfrentó con la dignidad suficiente como para recibir el abrazo de su vencedor (un tremendo caballero) después de la definición. Esas imágenes son las que nos tienen que quedar grabadas, taladradas en el recuerdo de una actuación argentina inolvidable, en la que, nuevamente, se manifestó el espíritu de equipo, el que nos viene dando grandes satisfacciones en los últimos años también en otros deportes, como el básquet o el hockey femenino. Ojalá tengamos un proyecto a largo plazo, con Mancini a la cabeza y con Nalbandian con las mismas ganas de siempre. Con la legión cerca de los primeros planos del tenis, con la esperanza intacta siempre de homenajear a los grandes de nuestro deporte con el título más anhelado por nuestros tenistas. Si se mantiene la coherencia de este plan de trabajo, estamos cerca. Más de lo que suponemos.
Para finalizar, quiero destacar el comportamiento extraordinario, ejemplar y respetuoso del público. En todo momento acompañó los momentos de algarabía del público y los jugadores argentinos. ¿Se imaginaban a Nalbandian dirigiendo a la hinchada argentina revoleando la camiseta por encima de su cabeza, en Rusia, como si estuviera festejando en el Lawn tennis? Una imagen increíble.¡ Con los rusos aplaudiendo!. Y quiero referirme a la caballerosidad de los jugadores locales, sobre todo de Tursunov y Safin. Saludaron con abrazos a cada uno de los integrantes del equipo argentino, apenas terminado el quinto punto. Me gustaría que alguien me cuente, en algún comentario que pueda hacer, cuántas veces sucede esto en el superprofesionalizado deporte de la actualidad. Parecían amigos de siempre, que se decían:"hoy ganamos nosotros. Mañana, el triunfo será de ustedes". Me quedo con esos instantes. Son los segundos en los que se observa el triunfo de todos los que intervienen en una competencia, en los que el resultado pasa a un segundo plano, porque todos los protagonistas tienen la dignidad para dar la cara, apoyar al rival caído, y saludar al justo vencedor. Esa es la esencia del deporte. Honor a Rusia y Argentina. Ganaron los dos.

TANOPERIODISTA

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