Sunday, December 24, 2006

PREOCUPANTE AUMENTO DEL CONSUMO DE "PACO" EN LA ARGENTINA

No se puede estar al margen de los terribles flagelos que produce la droga en nuestra juventud. El consumo de "Paco" no sólo es una de las formas de adicción, sino que es también un pasaje directo a la muerte en seis meses. Debemos saberlo y estar atentos a esta amenaza, que se extiende cada vez más entre niños y adolescentes. Seamos respetuosos con el futuro de la Argentina, seriamente comprometido si estas costumbres continúan difundiéndose.
Esta nota fue publicada por el "Diario Popular" y la reproducimos por el carácter serio y responsable de su contenido.

La droga de los pobres surge donde operan cocinas de cocaína

Consumo de paco subió un 500% en tres años

“Una de las razones del consumo del paco en los barrios marginales es que da sensación de saciedad y no hace sentir el frío Para un chico que no sabe como esa sustancia lo destruye, un peso permite combatir el hambre y la necesidad”, apuntó el diputado Sebastián Cinquerrui.


Por SERGIO TOMARO


El consumo del paco en el área metropolitana incrementó en los últimos tres años cerca del 500 por ciento según la estimación de especialistas en la problemática de las adicciones, para quienes la presencia de la denominada droga “de los pobres” es la palmaria confirmación de la existencia en ambas jurisdicciones de laboratorios clandestinos dedicados a la elaboración de cocaína.

En la Capital Federal, de acuerdo a las apreciaciones de los expertos, esa droga derivada de la pasta impera en las villas de emergencia como la 31 o Ciudad Oculta -en la que se asegura funciona uno de los laboratorios clandestinos de elaboración de cocaína- y en los barrios de Constitución, San Cristóbal, Mataderos y Flores sur.

En el conurbano por su parte, el creciente fenómeno paco se expande en especial por los distritos de la zona sur donde también en las villas y al precio de un peso la consumición, se convierte en una sustancia que brinda para los “punteros” barriales que la comercializan ingresos que hasta triplican lo que pueden percibir por un plan de trabajo oficial.


Crecimiento monumental


En el concepto del presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), Claudio Izaguirre, el aumento del consumo del paco es “monumental” y estimó desde los datos que opera en su entidad que en los últimos tres años el aumento ronda el 500 por ciento.

Izaguirre señaló que el auge del paco “no le dio aun al gobierno de la Ciudad la posibilidad de crear espacios exclusivos para atender a fondo la problemática de los chicos” afectados por el consumo de esa sustancia producto del residuo de la elaboración de cocaína

A su criterio, la presencia en las villas de emergencia porteñas de pasta base de las que deriva como desecho el paco, es producto “de grupos en los que estarían infiltrados elementos de la guerrilla peruana y que emplean a connacionales que traen de su país de origen” para vender esa sustancia en sus lugares de residencia.

Relación directa


“No digo que todos los peruanos que residen en la ciudad se dedican a esa actividad pero sí que aquellos que están comercializando paco en la villas porteñas -subrayó- es gente traída de su país donde también vendía droga para ese menester”.

En otro orden, el titular de AARA sostuvo que los laboratorios clandestinos donde se procesa la pasta base de cocaína, llamados cocinas, “están en funcionamiento en la Capital desde hace tiempo” y destacó que “ya las había cuando la SEDRONAR empezó a controlar la venta de precursores químicos al exterior”.

Para Izaguirre existe una relación directa entre esos laboratorios clandestinos y el consumo de paco, en función que esa droga de bajo costo y peor calidad que es “residuo” de la fabricación de cocaína, llega hoy en mayor cantidad al consumidor justamente por haber mucho más desechos tras la elaboración de esa sustancia con la pasta base procedente del exterior.


Condenados a muerte


Respecto a los daños producidos por la “droga de los pobres”, Izaguirre describió que su efectos son “devastadores” en los jóvenes que la consumen, al extremo de hacer de ellos “verdaderos condenados a muerte en uso de licencia”.
La asistencia oficial ofrecida a las víctimas de este flagelo en instituciones como los hospitales Pedro de Elizalde (ex Casa Cuna), Ricardo Gutiérrez y Garraham “es útil, por cierto, pero no deja de ser el equivalente a una solución tipo chapa y pintura sobre los damnificados”.

“Hace falta una solución integral que es lo que debe trabajar ahora la Ciudad porque las posibilidades de atención, en los hospitales mencionados, están, pero se requiere otra vuelta de tuerca que apunte más hacia la profundidad de la problemática”, concluyó el experto.



BASURA QUE DESTRUYE



· Existen diferentes calidades de paco, pero son unas peores que las otras.

· El residuo de la pasta base es combinado con querosén y talco, entre las sustancias más comunes con la que se lo elabora.

· Según la zona donde se comercialice el precio ronda el uno y cinco pesos.

· Su efecto apenas dura minutos y se conocen casos de quienes consumieron hasta 40 dosis.

· En las villas de emergencia el paco terminó suplantando el consumo de otras drogas menos nocivas a la salud como la marihuana.

· En algunos barrios del conurbano hasta hace tres año el paco ni siquiera era conocido.

· Berazategui, Quilmes, Lanús, Avellaneda, La Plata y Moreno son los distritos del Gran Buenos Aires donde tiene mayor circulación.

· En la Capital Federal las villas de emergencia y los barrios que las circundan

· Los efectos nocivos en la salud del chico que lo consume se evidencia en los primeros seis meses.

· El consumo abusivo da lugar a lo que la AARA denomina “muertos vivos”.

· El paco afecta la corteza cerebral y al poco tiempo empieza a afectar la motricidad, memoria y capacidad cognitiva del consumidor.



CADA VEZ MÁS CHICOS



Aunque extendido a todo el Gran Buenos Aires, los distritos de Berazategui, Quilmes y Lanús conforman, en el sur del conurbano, las zonas marcadas en rojo intenso en el mapa de la circulación de paco que ahora es consumido por chicos de 12 y 13 años, evidenciando un descenso en la edad de inicio de esa adicción.

Quien aportó estos datos fue el diputado Sebastián Cinquerrui, autor del informe sobre esta dramática realidad denominado “La Punta del Iceberg” y que presentó hace tres meses junto a su par nacional Elisa Carrió, en el que califica a la situación existente como de “una gravedad inusitada”.

El legislador arista señaló que hasta hace un año la edad de inicio en el paco era entre los 17 y los 19 años, pero ahora bajó, tal como le consta por sus investigaciones, a los 12 y 13 años, lo que marca el alarmante crecimiento del consumo de esta sustancia en los últimos seis meses.



Estadísticas no miden el flagelo



El presidente de la Comisión de Prevención de Adicciones de la Legislatura bonaerense, Sebastián Cinquerri, aseveró que existe vinculación entre el consumo de paco y las cocinas de cocaína instaladas en el Gran Buenos Aires, y afirmó que las estadísticas manejadas por las autoridades no mensuran con precisión el flagelo encarnado por la droga de los pobres.

Cinquerri explicó que según las estadísticas oficiales el consumo de paco aumentó un 300 por ciento, pero hizo la salvedad que para las encuestas que nutren esos datos se tomó como población “a los jóvenes escolarizados secundarios, cuando son aquellos que no van a la escuela -dijo- los más afectados por esta situación.

Este diputado provincial del ARI coincidió con el presidente de la AARA, Claudio Izaguirre, aunque en su caso en la visión respecto al fenómeno registrado en el conurbano bonaerense, en que el consumo de la droga que es residuo de la fabricación de cocaína “viene en aumento desde hace tres años”.

Nueva microeconomía


La presencia de la cocaína y su residuo en villas del Gran Buenos Aires, en mayor medida de la zona sur, “dio lugar a una microeconomía” en la que se suma el vendedor de paco, por lo general un vecino instalado en el lugar de operación desde hace 20 ó 30 años y que con esta actividad duplica o triplica lo que puede percibir por un Plan Jefas y Jefes”.

La falta de trabajo o en el cambio de actividad de aquel que estaba acostumbrado a vivir de la venta de los estéreos robados, por ejemplo, fueron ocupando a estos “vendedores” que según Cinquerri “tienen sus puntos de venta distribuidos alrededor de las cocinas de cocaína”.

“Es así que el círculo de vendedores en cada barrio opera como una barrera de esas cocinas porque ante una redada policial -detalló- son los primeros en ser detenidos permitiendo el tiempo necesario para que esos laboratorios clandestinos san desarmados”.

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