El fin de semana deportivo mostró el retorno del fútbol como hecho más destacado. Pero, como era de esperar, volvió acompañado por la infaltable violencia. En Mendoza, la "barra brava" de Godoy Cruz, con problemas internos, ofreció pruebas de que vive esa realidad con peleas y desórdenes que, como siempre, ponen en riesgo la vida de personas que no tienen nada que ver con el problema. En el Club Atlético River Plate, problemas internos de la barra brava se manifestaron en el sector recreativo que posee la institución. Mientras muchos socios disfrutaban del domingo en familia, del asado y del sol, los imbéciles que están orgullosos de llamarse "borrachos del tablón", grupo central de la "barra brava rojiblanca", decidieron agarrarse a tiros y poner en riesgo la vida de los socios que pacíficamente rodeaban a esas ¿personas?. Los problemas internos de las barras bravas tienen cansadas a las personas sensatas que no entienden como es posible que los hechos de estas características se repitan con tanta intensidad.
La violenta hinchada mendocina de Godoy Cruz ya nos tiene acostumbrados a este tipo de situaciones. Sería interesante saber que papel cumplen sus integrantes dentro del club y cuál es la relación que tienen con los dirigentes. Porque siguen yendo a la cancha, exigen entradas gratis como si fueran dueños de la situación y se manejan con una impunidad inconcebible. Los dirigentes, destacados "charlólogos", expertos en poner excusas ridículas para justificar hechos de violencia, dicen no saber quiénes son. Ja!, Ja!.
En River las cosas ya llegaron al nivel de lo patético. Su dirigencia sigue demostrando una inoperancia exasperante para conducir al que muchos (insólitamente, por la realidad en la que sucumbió en los últimos años) consideran como uno de los mejores clubes del mundo. Manifestaron su deseo de que la policía identifique a los autores de los hechos del pasado domingo, tomándo a la opinión pública por idiota (Saben perfectamente quienes son porque muchos son empleados del club). Su presidente, José María Aguilar, dedica comentarios hirientes hacia su ex-amigo-aliado Mauricio Macri cuando la institución que conduce transita el camino de la vergüenza más increíble que un club de primera línea puede soportar. El fracaso deportivo del equipo, los oscuros negocios que realiza con los juveniles de las divisiones inferiores, la violencia repetida en la que cae su hinchada y su permanente búsqueda de sinsentidos para responder a los graves problemas que tiene el club no le permiten opinar sobre nadie.
El fútbol argentino sigue herido de muerte. Lo matan los dirigentes que cubren los delitos que cometen sus protegidos, los miembros de sus hinchadas, energúmenos que deben ser erradicados, de una buena vez, de las canchas. Lo matan los dirigentes que hacen negocios que los enriquecen personalmente, pero que vacían a las instituciones, que están por encima de los que las dirigen temporalmente.
TANOPERIODISTA
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