La deuda y el verano 17/12/07
Por Carlos del Frade
(APe).- Las ilusiones que suelen abrigar las grandes mayorías son directamente proporcionales a la desinformación que proponen los grandes medios de comunicación. Si noticia es conocimiento del pueblo, como apunta la primera definición etimológica del término cuando apareció en el idioma castellano alrededor del siglo XII; no generar información es sumar ignorancia a los que son más. La conclusión es que a mayor desinformación, menor compromiso por el cambio. Se hace realidad aquello que “los medios justifican los fines del sistema”, sostiene el escritor Eduardo Galeano. Semejante ecuación llega a su máxima expresión durante los meses del verano. Surge la idea que durante esos días de calor no hay nada mejor que no pensar en la realidad, auspiciar la teoría de la neurona achicharrada, como dice otro periodista latinoamericano. De allí que tanto los grandes medios como los gobiernos nacionales aprovechan la oportunidad para silenciar temas que conciernen a la vida de los que son más. Todo está subordinado a la noción del pensamiento mínimo. Desinformar para ocultar. Negocio económico y político. Algo de eso sucede con la cuestión de la deuda externa.
Un reciente informe del denominado Foro Argentino de la Deuda Externa asegura que la Argentina no ha cortado ninguna dependencia con el extranjero aunque el gobierno del ex presidente Kirchner haya pontificado el final del reinado del Fondo Monetario Internacional. Algunos de los datos aportados en el mencionado documento aseguran que por cada día del 2007, la Argentina pagó, sólo en intereses, 1 millón de dólares por hora, cifra que serviría para que 20 familias pudieran obtener una vivienda propia por hora. En forma paralela, durante los últimos tres años, uno de cada cuatro pesos se ha ido para pagar deuda. Fueron 35 mil millones de pesos cada año, o sea el 25 por ciento del llamado Producto Bruto Interno, es decir la cuarta parte de todo lo que el país produce. Otro de los números para tener en cuenta es que a partir de 2002 y hasta fines de 2007, el Estado nacional pagó 162 mil millones de pesos, alrededor de 53 mil millones de dólares. Esto quiere decir que la deuda externa actual de la Argentina es de casi 165 mil millones de dólares, aproximadamente la misma cantidad que en el momento de anunciar el final de la dependencia con el FMI. La deuda, dice el informe, sigue creciendo aunque se diga lo contrario o, directamente, no se hable del tema como consecuencia del mandato que dice que en verano no se puede pensar o discutir semejantes problemas nacionales. Para los redactores de la investigación, el gobierno “no sólo continúa tomando préstamos con organismos financieros internacionales (especialmente con el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo) sino que además emite bonos para proveerse de fondos que eviten tocar las reservas del Banco Central, destinadas a sostener un dólar competitivo para los exportadores”. Mientras tanto, de la deuda externa no se habla, culpa -dirán los grandes medios de comunicación- de la llegada de las altas temperaturas. La teoría de la neurona achicharrada es funcional a la desinformación y la dependencia.
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