Hoy estamos reunidos aquí, 200 años después. Y mientras interpreto este ocasional momento de protagonismo ante todos ustedes , me pregunto: ¿Aprendimos algo de los creadores de nuestra Patria? Tristemente lo hago. Porque responder a esa pregunta, es hacernos un cuestionamiento a nuestro comportamiento como ciudadanos. Decir que no es traicionar el destino glorioso que pensaron San Martín, Belgrano O Martín Miguel de Güemes para nuestra tierra. Y lamentablemente, tengo que decir que no, que no aprendimos nada de ellos. Porque elegimos criticar la realidad y cuestionar lo que hacen mal nuestros gobernantes sin comprometernos a cambiarla y contra la que reaccionamos cotidianamente. Porque elegimos sentarnos a esperar que las cosas las solucionen otros participando (y protestando por tener que hacerlo) sólo cuando hay que votar renovaciones de autoridades de gobierno, cómo si fuera suficiente y heroico acercarse a poner un voto poco comprometido en una urna. Porque cuestionamientos la corrupción de los gobernantes como si fueran el resultado de un experimento en el que no intervenimos, cuando, en realidad, reflejan el modelo de sociedad al que pertenecemos, y surgen del propio seno de ella. Porque confundimos en la crítica despiadada al país, territorio maravilloso e inagotable, con los gobernantes de turno. El país no nos hace daño; todo lo contrario, nos da todo durante cada minuto de nuestra existencia. En esta tierra, queridos alumnos, ustedes nacieron, están creciendo, se enamorarán, darán a luz a sus hijos, verán crecer a sus nietos y, en esta tierra, dejarán de existir. Me duele cuando se habla mal de él, cuando se quiere hablar mal de los dirigentes de turno.
Probablemente estén pensando que para el profesor Sperduti todo esté mal. Pero no es así. Yo sigo confiando en los argentinos y en su enorme e inconsciente capacidad de superar las adversidades. Sé que el talento y la inventiva que desarrollan miles de compatriotas en todo el mundo un día explotará y se manifestará masivo y arrollador dentro de nuestros límites para fundar, de una vez y para siempre, la gran nación argentina que debemos ser. No podemos decir todo el tiempo, gobierne quien gobierne, que las cosas están mal, y seguir aceptándolo pasivamente; alguna vez nuestro orgullo tiene que sobreponerse a esa actitud para empezar a tomar decisiones que nos involucren con los problemas cotidianos de todos. Sé que algún día sucederá, porque seremos capaces todos de transformar nuestros sueños en objetivos, porque nuestra actitud será protagónica, porque entenderemos que la única forma de crear una Nación con identidad es llegando a ser lo máximo que podamos ser, cuando logremos responsabilizarnos de nuestros actos, cuando asumamos nuestros errores y limitaciones y dejemos de querer aparentar lo que no somos, aceptando lo que somos y apuntando a ser mejores cada día. Palabras muy difundidas en ese orden y fáciles de expresar, pero las más difíciles de llevar a la práctica. Mi esperanza es que llegará el día en el que decidiremos ser protagonistas de nuestra realidad, y que seremos capaces de comprometernos con ella. Es la única manera de lograr el cambio que nos transforme en el gran país que merecemos ser.
Mientras tanto, festejemos fervientemente estos 200 años. Aunque no les parezca, esta fiesta es más importante que un título mundial de fútbol, y que cualquier alegría que nos puede dar el club de nuestros amores. Es el cumpleaños de la Patria. Saludemos a nuestra tierra y hagámosla grande por fin y para siempre. Muchas Gracias.
Pablo Sperduti
Este discurso fue leído por su autor en tres escuelas secundarias de la Provincia de Buenos Aires, con motivo de la conmemoración de los 200 años de la Revolución de mayo.
La foto corresponde a los multitudinarios festejos de los 200 años, realizados en la Avenida de 9 de Julio.
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