Monday, March 17, 2008

Luis Palau predicó en la 9 de Julio




Predicador con arrastre
El sentido común faltó a la cita
La impresionante convocatoria del predicador Luis Palau dejó a la Capital en el más espantoso caos que se recuerde en los últimos años. El viernes 14 de marzo de cada año debiéramos recordar el "día de la vergüenza del gobierno de Mauricio Macri".
Es innegable que el sentido común es una virtud imposible de hallar en la clase política argentina. No se puede ignorar que la Capital Federal es un verdadero caos (no sólo de tránsito) durante las horas pico de cualquier día de la semana, ni se puede discutir que los "piqueteros" suelen reirse de la gente que trabaja cortando arterias fundamentales que generan largas demoras que ponen "los pelos de punta" a los conductores de vehículos que todos los días circulan por las calles porteñas. Es también una realidad que el problema del tránsito será, en nuestro país (especialmente en la Capital) una cuenta pendiente durante varias generaciones de argentinos, ya que tampoco se ven a la vista mediata e inmediata cerebros superiores a los que poseen los actuales dirigentes nacionales, provinciales y municipales. Entonces, no nos queda otra que habituarnos al espanto de perder tiempo en el medio de accidentes y embotellamientos.
Pero lo que sucedió el el viernes 14 de marzo en Buenos Aires es la falta de respeto más obvia y descarada que un gobierno (¿gobierno?) haya realizado a su población en mucho tiempo. No se podía elegir un día peor para que un tal Luis Palau (será muy poderoso, llenará de fe a muchos fieles, pero ¡que me importa!) tapone nada más y nada menos que la Avenida 9 de Julio, nada más y nada menos que un viernes a la tarde, cuando el tránsito se duplica por la cercanía del fin de semana y porque la gente regresa a su casa cansada después de trabajar durante toda la semana. ¿Se podía ser más inoportuno?¿Se podía ser más desconsiderado con la gente que votó al actual gobierno de la Ciudad que permitió esta vergüenza?¿Se puede ser tan imbécil, inútil, estúpido e incapaz para permitir que esta situación se produzca? Me parece que todos los argentinos vamos a coincidir en que NO es la respuesta más adecuada a las tres preguntas.
Más allá del tan optimista mensaje de salvación que ofrece el "tal Palau", rescatable para quienes creen en la forma y en el tono del mensaje (aunque ahora Dios se esté ocupando de que sigan muriendo iraqués, palestinos, israelíes, afganos, kosovares y no de aportar una tregua al hambre que sufre el 70% de la humanidad, y eso Palau lo sabe muy bien), no se puede decidir tomarle el pelo a la gente que no lo comparte ni llevar su paciencia al extremo cuando sabe que comienza la hora del descanso. La Capital quedó, casi, bajo llave. No se podía salir ni entrar de ella. ¿Se enteró Macri de esto? Seguro, pero lo miraba por televisión, relajado, disfrutando de la llegada del fin de semana, en su casa, en el Country. ¿Cómo los argentinos somos tan ingratos con nosotros mismos?¿Cómo es que le permitimos gobernar a estos espantosos personajes que, para colmo, portan la bendera de la renovación política?
Esta nota hubiera tenido el mismo tono de haber sido el mismísimo Papa Benedicto XVI el protagonista del acto. ¿Por qué no lo hicieron un fin de semana?¿Por qué no lo hicieron en un lugar cerrado? Porque había que "gastar" a los argentinos que trabajan todos los días, había que jugar con su paciencia y despreciarlos en su carácter de ciudadanos. Y nuestra clase dirigente tenía que demostrar, una vez más, que ya no tiene sentido común. Y que da lástima. Le chorrea por todos lados.
¿Quieren saber quién se encargó de "ponerle la frutilla al postre" en este absurdo? Si, adivinó. Ella, la belleza latina que nos gobierna cuando no está en la peluquería o diseñando algún modelo exclusivo con su modista, o coprotagonizando papelones con su "amigote" Chávez: Cristina Kirchner, el "pingüino de peluche" de Néstor y el Frente para la Victoria. Nuestra Presidenta, en un gran esfuerzo en favor de los ciudadanos que la votaron, se encontraba hoy a las 19.30 con el predicador Luis Palau en la Casa de Gobierno para concretar uno de sus más grandes logros desde que ocupa el "sillón de Rivadavia". Ya no es una falta de respeto a nuestra dignidad de argentinos, es una infamia imperdonable desde cualquier punto de vista y que no tiene ningún tipo de justificación.

TANOPERIODISTA

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